lunes, 25 de abril de 2011

Primera escala: Madrid. Quién le puso el cascabel al gato?

Tras un corto pero intenso vuelo interno, en el que pude plasmar mis ideas, el "viajero x" llega a Madrid. De nuevo esa silueta inconfundible, esa bóveda de madera y esos pilares de un amarillo tan familiar, como una catedral de los nuevos tiempos, T4, de nuevo en casa, ¿cuántas veces te he mentado?, ¿cuántas veces te he tenido en mi pensamiento?, ¿cuántas veces con tu nombre me han llamado y de mí se han acordado?

En Noviembre de 2007 tomamos un vuelo de destino incierto, sin aeropuerto en la tarjeta de embarque, hoy tenemos en la mano una que dice Santiago de Chile. 

Siguiendo el consejo de José María nos encaminamos al mejor rodizio brasileño de Madrid, o al menos al que está de moda, sus paseos por Ipanema y los años vivividos hacen que su legado no desaparezca, fusión de mundos, culturas, e intrahistoria personal. 

De camino al restaurante y con miedo de no llegar a tiempo antes de cierre de la cocina, con Iberia como árbritro nuevamente, nos encontramos con el cordón policial en torno al Santiago Bernabeu; pasamos por los pelos. 

Alguno de mis compañeros de viaje, sportinguista, por más señas, hubiese cambiado la "picanha" brasileña por una entrada, de haber sabido lo que se avecinaba. 

Rubaiyat
Juan Ramón Jiménez 37
Tfno: 91 359 56 96

Comida fantástica, atención excelente y un par de caipirinhas, hicieron del reencuentro un momento para recordar, mientras la conversación discurría entre temas tan distantes de los viajes, como la ópera, la pasión por la música, y la innovación en la dirección escenográfica y sus producciones. El talento de Procoin también es exportable. Música, cultura y ópera, llenaron huecos inexplorados en las conversaciones cruzadas de cosmopolitas viajeros.

De regreso al aeropuerto, y mientras descendíamos por el Paseo de la Castellana, nos cruzábamos con riadas de gente que salían del Bernabeu con caras de decepción unos, de enfado otros, y otros con satisfacción contenida. Estos últimos eran los fácilmente identificables sportinguistas, que con sus colores rojiblancos destacaban entre la marea blanca. Todos ellos mostraban su sonrisa cómplice cuando mis paisanos, aficionados del Sporting de Gijón, les decían a su paso en un ahogado grito: Puxa Asturies! Hala Sporting!

Ningún merengue pensaba al inicio de aquella tarde, que nadie les pusiese una guinda roja a un pastel por Mourinho tanto tiempo horneado (9 años!). Nadie pensaba que sería Preciado, aunque dos días antes confesaba que tenía un buen pálpito. 

sábado, 2 de abril de 2011

Oviedo, 2 de Abril. On the way again!

El camino al aeropuerto fue una mezcla de sensaciones, ilusión, responsabilidad, dignidad y respeto, miedo, nostalgia, ...


Ilusión por un nuevo comienzo, por volver a la vida, y no en un sentido materialista, desde un estado vegetativo causado por las estrecheces económicas, sino por la sensación de sentir que uno se ha vuelto a subir en el tren de la vida, que ha vuelto a subirse a un mundo que había girado demasiado rápido. 


Responsabilidad por la dirección de un proyecto, por la asunción de objevos comunes, pero sobre todo por ser uno el ingnitor de nuevos sueños y retos.


Respeto recuperado, búsqueda de una dignidad y reconocimiento profesional perdido, o que creía perdido, uno no siempre está seguro de hablar el mismo idioma aunque se empleen las mismas palabras. 


Nostalgia del reencuentro, de los amigos y de las experiencias buenas y malas vividas.


Miedo al fracaso, y aunque dar la cara y luchar por lo que uno cree nunca es un fracaso, siempre existe un miedo innato. Imagino que no es diferente al de un montañero que escoge una ruta, o al de un escalador, que agarrado a la roca y ante el embate de los elementos, busca un resquicio, una grieta, donde colocar una guía para seguir su camino. Quizá esto no es muy diferente a la vida, marcarse un objetivo, buscar la mejor vía, asegurarse, y aferrarse a la roca con todas tus fuerzas, que los pilares de nuestra vida sean resistentes y equilibrados, tanto como para aguantar el viento, la lluvia, las malas rachas que todos hemos vivido, y esforzarse por llegar a la cima, y nunca, nunca, dejar de luchar y caer al vacío. 

Oviedo, 2 de Abril. Arranca la aventura!

El día amanece gris, triste, plomizo, con un ligero orbayu que parece más propio del otoño norteño que de una incipiente primavera. 


No he pasado una buena noche, alteración de horarios y demasiado tiempo preparando la maleta. Acostarse a las 2 de la madrugada no es lomejor para afrontar un viaje de muchas horas, 26 h tardaré en llegar a Santiago de Chile si el tiempo, Iberia o el horóscopo me lo permitan. Quizá Iberia sea quien más tenga que decir sobre mis pensamientos nocturnos. 


Imagino que preparar la maleta, y no me refiero al hecho en sí de hacerla (cuando uno se va de vacaciones no importa, ¿verdad?), supone lo mismo para mí que para un saltador con pértiga afronta el primer salto de la pretemporada. Vuelta a las rutinas, al pensamiento ordenado lo que uno encontrará y necesitará, de revivir lo que una vez era sólo un efecto colateral. Ah! debo acordarme de hacer un "check list" para el próximo viaje. 


A la mañana siguiente se nota el cansancio, las prisas de última hora, y la sensación de que las manecillas del reloj vuelan, quizá si el reloj fuese digital, me sentiría menos culplable por haberme quedado 2h más en la cama sobre el horario previsto, aún así llegué el primero al aeropuerto. 


Tuvimos que anticipar 8h nuestro vuelo por obra y gracia de Iberia (Ryanair en Asturias ya!), y cuando miro las pantallas veo que el tempranero vuelo también estaba cancelado. La explicación bien sencilla, Economía de Crisis, aunque sea a costa del usuario, que tiene todas las obligaciones pero casi ningún derecho, y el derecho a la pataleta que es gratis, casi nunca trae soluciones o recompensas. Se cancela el de las 21h, se cancela el de las 10h, se retrasa el de las 11h, y finalmente a las 13h se prepara una ensalada mixta con aceite y vinagre, un poco sólo de vinagre.